BUM propone al Ayuntamiento integrar en el Anillo Verde la totalidad de los terrenos de Repsol


El Ayuntamiento de Málaga acaba de anunciar que está dando pasos firmes y decididos para dotar a la capital malagueña de un Anillo Verde. En la plataforma ciudadana Bosque Urbano Málaga nos congratulamos por esta noticia, ya que este anillo de vegetación supone una apuesta por controlar, moderar y organizar el desarrollo de una ciudad destinada a seguir creciendo.

Sin embargo, limitar el cinturón de vegetación solo a la periferia nos parecería un error imperdonable. No podemos concebir que el objetivo del Anillo Verde sea el de rodear a una ciudad asfixiada por el ladrillo. Málaga no puede ser una pastilla de hormigón ribeteada de árboles. Un proyecto de este calibre solamente cobra sentido cuando se convierte en el eje vertebrador de una ciudad que se prepara para adaptarse y mitigar el cambio climático en el que estamos inmersos.

Málaga necesita desesperadamente bolsas verdes dentro de la ciudad que den calidad de vida a su ciudadanía y que permitan alcanzar los estándares europeos de espacios verdes por habitante. De este modo, podremos aspirar a que Málaga sea parte de ese elenco selecto de ciudades de todo el mundo que miran al futuro con confianza y optimismo, con un proyecto urbano sostenible.

Por ese motivo, nos parece de justicia reclamar al Ayuntamiento de Málaga que descarte su trasnochado proyecto de rascacielos y centro comercial para los terrenos de la antigua Repsol y que atienda la aspiración ciudadana de generar el Bosque Urbano de Málaga como elemento constituyente del Anillo Verde. Se trataría del mayor bosque urbano del sur de Europa y nos situaría a la altura de otras ciudades de España que ya disfrutan de áreas verdes de semejante calibre. Este espacio reportaría beneficios en términos de habitabilidad y salud para sus habitantes, reverdecería la urbe y generaría conectividad ecológica entre el cinturón y la parte más urbanizada de la ciudad.

Por su cercanía a la Gran Senda Litoral y al emblemático Paraje Natural de la Desembocadura del Guadalhorce, funcionaría como un espacio clave para garantizar la movilidad y el refugio de las especies que integren el anillo. Además, por las excelentes comunicaciones de su entorno, también abriría una oportunidad para la creación de un centro de interpretación del Anillo Verde dentro de la ciudad, funcionando como lanzadera de futuras excursiones a su interior.

Se trata de ser más ambiciosos, pensando a largo plazo, pasando del Anillo Verde a una gran Infraestructura Verde integral para toda la capital malagueña. Así, se podría generar un sistema de radios o red de nodos y conectores verdes, que enlazarían el cinturón con los barrios desamparados de verdor, aprovechando los principales ejes que unan esa futura periferia verde con las escasas zonas de oportunidad para reverdecer. En el sector oeste de la ciudad, estas ‘vías verdes urbanas’ podrían discurrir a través de los bordes del dominio público ferroviario y su conexión con la Feria, el bulevar Adolfo Suárez y el Bosque Urbano de Málaga, aprovechando el soterramiento de las vías del tren.

Es momento de volver a poner sobre la mesa el Pacto Verde y el Plan de Clima, que nos recuerdan el papel de las áreas verdes, particularmente de las zonas de bosques en las pendientes que rodean la ciudad, fundamentales para frenar la erosión y mitigar las olas de calor. También es pertinente recordar el llamamiento que hacen el propio Pacto Verde y la Estrategia de Biodiversidad a «ofrecer propuestas para hacer más ecológicas las ciudades europeas e incrementar la biodiversidad en los espacios urbanos», no sólo en las zonas que los rodean.

En este sentido, cabe recordar que la plataforma ciudadana Bosque Urbano Málaga aboga por una superficie forestal de 177.000 metros cuadrados en los terrenos de la antigua Repsol, situados entre Cruz de Humilladero y Carretera de Cádiz. Ambos distritos sufren elevadas densidades de población y ratios de áreas verdes por habitante que, de media y en muchos de sus puntos, apenas superan los 2 metros cuadrados por habitante, muy lejos de los 10 metros cuadrados que la Organización Mundial de la Salud marca como límite mínimo recomendado. Para compensar esta grave carencia, tan perjudicial para la salud y la calidad de vida de la vecindad, Bosque Urbano Málaga propone una superficie eminentemente arbórea, con especies vegetales mediterráneas y una intervención arquitectónica mínima, limitada a garantizar el tránsito y el óptimo esparcimiento de la ciudadanía.

Esta propuesta cuenta con el apoyo explícito de más de 40.000 personas, que han plasmado ya su firma de manera presencial o de manera telemática, a través de la plataforma Change.org. Asimismo, más de 40 organizaciones vecinales, sociales, profesionales, académicas, deportivas, sindicales y políticas vienen trabajando de manera coordinada desde 2016 en pos de esta iniciativa a través de la Mesa por un Bosque Urbano en los terrenos de la antigua Repsol.